viernes, 21 de septiembre de 2018

El regreso de los centauros

Todo es santo, todo es santo. No hay nada natural en la naturaleza, no lo olvides. Cuando la naturaleza te parezca natural todo terminará. Y empezará algo distinto”. Así se expresa el centauro Quirón en la escena inicial de Medea, la película de Pier Paolo Pasolini. Sobre su grupa hay sentado un niño de tres años que lo escucha embobado. Este niño es Jasón, el héroe que de adulto partirá con los argonautas en busca del vellocino de oro. Quirón se ocupa de él hasta que esté en condiciones de reclamar el trono de Yolco, que le pertenece por herencia. Y en esta escena le escuchamos hablar de ese mundo antiguo en que viven, un mundo donde cada árbol, cada fuente es la morada de un dios, pues tierra y cielo, realidad y sueño aún permanecen unidos.... (Seguir leyendo). (G. Martín Garzo)



Final de Dublineses [Los muertos] (James Joice, 1914/ John Huston, 1987):




miércoles, 15 de agosto de 2018

La sed




Espero que procedáis de un lugar seco,
de un verano sin escapatoria,
como árboles que anclan sus raíces
en una tierra calcárea y harinosa,
que hayáis crecido lenta y dificultosamente.

Espero que tengáis mi sed,
mi anhelo por el inesperado punteo
de las gotas que caen
como caricias
en las cuerdas de una guitarra.

Espero que sufráis desesperados
porque la noche vuelva a caer
y el cielo contenido siga evadiéndoos
implacable
sin deshacerse sobre vosotros.

Abandonados
como una palabra sin aire.


Eso espero,

porque solo así
podrá estallar
al fin
la tormenta.



domingo, 24 de diciembre de 2017

Caldo de Navidad




Estoy haciendo el caldo de Navidad,
del dios Saturno y el ocaso del año.
Hermanada por fin con lo que no puedo,
encauzada en lo que sí.
Le he puesto una cantidad muy medida del amigo que me ama
y a quien no correspondo,
ciertas gotas apenas de su aroma incondicional
que me sigue
a donde quiera que voy y que haga.

Añadí los tuétanos de la cría que cuidé veinte años en soledad,
de su sabor insondable
a entrañas y fondos antiguos;
un hilo de almizcle añejo y sangre
de la madre que no tuve;
y la frescura de un buen puñado de amigos
con los que canto al atardecer.

Le he puesto entero un corazón
guardado hasta ahora silenciosamente
Para que hierva y se deshaga a fuego lento.
Para que encuentre en tu cuerpo al comerlo 
el lugar al que pertenece.



Lugar de E.



martes, 14 de noviembre de 2017

La Gravedad y la Gracia




Todos los movimientos naturales del alma se rigen por leyes análogas a las de la gravedad física. La única excepción la constituye la gracia.
¿Por qué en cuanto un ser humano da muestras de tener alguna o mucha necesidad de otro, éste se aleja? Gravedad.


Salvo que intervenga lo sobrenatural, Siempre hay que esperar que las cosas sucedan conforme a la gravedad.  

Simone Weil (1947)


La importancia de lo insignificante

ANA KONJOVIC


'Puede ser sin título' (Wisława Szymborska)

Ocurre que estoy sentada bajo un árbol,
a la orilla del río,
en una mañana soleada.
Es un suceso banal
que no pasará a la historia.
No son batallas ni pactos
cuyas causas se investigan,
ni ningún tiranicidio digno de ser recordado.
      
Y sin embargo estoy sentada junto al río, es un hecho.
Y puesto que estoy aquí,
tengo que haber venido de algún lado
y antes
haber estado en muchos otros sitios,
exactamente igual que los descubridores
antes de subir a cubierta.
      
El instante más fugaz también tiene su pasado,
su viernes antes del sábado,
su mayo antes de junio.
Y son tan reales sus horizontes
como los de los prismáticos de los estrategas.
      
El árbol es un álamo que hace mucho echó raíces.
El río es el Raba, que fluye desde hace siglos.
No fue ayer cuando el sendero
se formó entre los arbustos.
El viento, para disipar las nubes
antes tuvo que traerlas.
      
Y aunque no sucede nada en los alrededores,
el mundo no es más pobre en sus detalles,
ni está peor justificado ni menos definido
que en la época de las grandes migraciones.
      
No sólo a las conjuras acompaña el silencio.
Ni sólo a los monarcas un séquito de causas.
Y pueden ser redondos no sólo los aniversarios,
sino también las piedras solemnes de la orilla.
      
Complejo y denso es el bordado de las circunstancias.
Tejido de hormigas en la hierba.
Hierba cosida a la tierra.
Diseño de olas en el que se enhebra un tallo.
      
Por alguna causa yo estoy aquí y miro.
Sobre mi cabeza una mariposa blanca aletea en el aire
con unas alas que son solamente suyas,
y una sombra sobrevuela mis manos,
no otra, no la de cualquiera, sino su propia sombra.
      
Ante una visión así, siempre me abandona la certeza
de que lo importante
es más importante que lo insignificante.
      

Del poemario "Fin y principio" (1993), versión de Gerardo Posada.



lunes, 30 de octubre de 2017

La urgencia

“No intento recordar las cosas que ocurren en los libros. Lo único que le pido a un libro es que me inspire energía, valor, que me diga que hay más vida de la que puedo abarcar.  Que me recuerde la urgencia de actuar”.  (‘Léolo’, Jean-Claude Lauzon, 1992)





jueves, 12 de octubre de 2017

Lo real

Hoy he vuelto al lugar de la fantasía.
Cada rincón emana esa luz,
esa vida
que creó mi idea de ti.

Tan real


martes, 5 de septiembre de 2017

Antonio Lucas: poema



                                        FUERA DE SITIO
  

                            Imagina que el tiempo sólo es lo que amas:

                            unas pocas palabras, unos seres exactos,

                            unas horas muy lisas, una playa (quizá)

                            donde el daño no acecha.



                            Imagina la vida como no lo es ahora,

                            no quiero decir como algo perfecto,

                            sino un resplandor, cierto abril de muy lejos,

                            un tributo al azar sin otro destino

                            que el confín fugitivo de un eco sin rostro.                      

                            Y después cualquier cosa.



                            Con qué precisión va la edad hilvanando el espino.

                            Y qué extraña la urgencia de ir en pie hasta la ola,

                            celebrar lentamente que aniquile mi huella,

                            mi escritura de hombre, mi certeza de surco,

                            ser la alta misión de lo que nunca concluye

                            como no cierra el mar su recado en la orilla.



                            Pero no es estar quieto la razón ni la meta,

                            sino un querer más pequeño, una conquista más clara:

                            ver la vida llegar de su noche a tu noche

                            en un cuerpo ajeno,

                            pronunciar su silencio,

                            abrazar su alambrada,

                            desear su vacío,

                            delirar sin camino, sin mapa, sin fuego,

                            hasta el tiempo sin tiempo

                            del país que no haremos.




                             (Antonio Lucas, del libro ‘Los desengaños’)


martes, 4 de julio de 2017

La Furia


'El verano sin hombres' (Siri Hustvedt, 2011)


Padre/sistema y furia acumulada como reacción a la violencia estructural= 'Lady Macbeth' (Oldroyd, 2016)



Lady Tormenta

jueves, 27 de abril de 2017

Como un copo de fuego blanco bifurcado

Creo en un misterio superior, que no deja que deshojen la flor. Y si tú estás en Escocia, y yo en las Midlands, y no puedo rodearte con mis brazos, ni envolverte con mis piernas, al menos tengo algo tuyo. Mi alma vuela contigo en la pequeña llama de Pentecostés, como en la paz del coito. Nosotros hemos engendrado esa llama con el coito. Incluso las flores son engendradas mediante el coito del sol con la tierra. Pero es un ser delicado y necesita paciencia y una larga pausa.
Así que ahora me encanta la castidad, porque es la paz que sobreviene después del coito. Amo la castidad. La amo como los copos de nieve aman la nieve. Amo esta castidad, que es una pausa de paz en nuestro coito, que surge entre nosotros dos, ahora, como un copo de fuego blanco bifurcado. Y cuando llegue la verdadera primavera, cuando llegue el momento del encuentro, entonces engendraremos con nuestro coito la pequeña llama brillante y amarilla, brillante. Pero ahora, ¡aun no! Ahora es el momento de ser casto; es muy bueno ser casto, es como un río de agua fresca en mi alma. Amo la castidad ahora que mana entre nosotros. Es como agua fresca y lluvia. No entiendo cómo quieren los hombres flirtear cansinamente. Qué miseria, ser como Don Juan, impotente siempre para fornicar en paz, con esa pequeña llama encendida; impotente e incapaz de ser casto en los frescos intervalos, como en un río.
Bien, digo tantas palabras porque no puedo tocarte. Si pudiese dormir rodeándote con mis brazos, la tinta se quedaría en el tintero. Podríamos ser castos juntos, del mismo modo que fornicamos juntos. Pero tenemos que estar separados durante este tiempo, y supongo que es lo más prudente, sólo para estar seguros. [...]
Ahora no puedo dejar de escribirte.
Pero gran parte de nuestro ser está unido, y podemos seguir luchando por ello, y enderezar nuestros rumbos para encontrarnos pronto. John Thomas da las buenas noches a lady Jane, con la cabeza un tanto gacha, pero el corazón lleno de esperanza.

(Últimas líneas que D. H. Lawrence escribía a principios de 1928 de El amante de Lady Chatterley)

jueves, 20 de abril de 2017

Run



Para Amanda, que corrió.
“Y le pedimos al amor —que, siendo deseo, es hambre de comunión, hambre de caer y morir tanto como de renacer— que nos dé un pedazo de vida verdadera, de muerte verdadera. No le pedimos la felicidad, ni el reposo, sino un instante, sólo un instante, de vida plena, en la que se fundan los contrarios y vida y muerte, tiempo y eternidad, pacten”. (Octavio paz. El laberinto de la soledad)

Ella corre. Lleva el corazón en la boca y un sabor que es mezcla de temor y deseo. Ha empezado a sonar el crescendo vertiginoso de Run (Einaudi), dentro y fuera de ella (como ocurre siempre). Y como siempre, digo, también está presente ese miedo que fricciona su deseo para que no descanse tranquilo y para que así, también, escuche atentamente cada latido de su galope. "Estoy aquí", le dice el corazón bramando de hambre, "¿me escuchas?"
“El miedo nos protege”, dice él. Y claro. Pero hay muchos tipos de miedo (según lo que protejan). El suyo no la conduce dentro del cinturón laxo en el que descansan los niños cuidados. No es la excusa del que se esconde para no sufrir, callada y plana, como la calma budista o la mesura del epicúreo. El suyo grita, es brillante y agitado. Corre. Brota en cada salto crucial y en la expectación de lo imprevisible, de aquello que promete romper la historia.
Es éste (puede verse, puede oírse) un miedo más complejo, que te protege de algo más elevado que el sufrimiento, de algo mucho más peligroso. Es un miedo capaz de unir los opuestos, que transita por una banda de Moebius, como la materia, como el relato completo de una vida. La urgencia de no perder ni un minuto de estar con él. Es la urgencia de un hambre silenciada, despreciada por un mundo sordo a sí mismo.
No es el miedo que lleva a una carrera atolondrada y torpe. Ese que es presagio de  lo inoportuno, de la desconexión, del golpe o la caída. Junto a él también corre un torrente de alegría, una intensa fuerza concentrada que jamás encuentra obstáculo. Cada pisada, cada cruce de calles, cada vuelta de esquina, se encuentran perfectamente alineadas, como puertas que se abren solas a su paso. La invitación a que atraviese la vida con su impulso, revelando, al hacerlo, un nueva marca, una nueva verdad en la constelación del universo. Sí, hay prisa, sí. De salvarse, de salvar el mundo.
Una vez, justo cuando ella aprendía a amar, conoció la pérdida de no llegar a tiempo. El dolor de los instantes no vividos como zarpazos de una bestia sobre su cuerpo. Le dijeron: “ha tenido un accidente y está en coma” y poco más tarde murió, como un pajarito herido, el día de Navidad (ese día con ridículo nombre de nacimiento que anuncia el crepúsculo del año y de mi vida). Ella  había creído tener todo el tiempo del mundo por delante. Toda la vida por delante. Pero ahora pasa a diario por el cruce que le recuerda todo el tiempo del mundo que nunca volverá a tener por delante. Pasa cada día por el vórtice de su mayor miedo, de la urgencia y la lección. Y en el punto del choque brutal que cercenó al menos cuatro vidas más, hay ahora una rotonda con una gran fuente a la entrada del pueblo hacia la que miran una gasolinera y un Pizza Hut.
Toda la memoria de los pueblos yace enterrada bajo la quietud y la mesura de su asfalto, de sus tontas rotondas, de la cínica sonrisa de sus gasolineras y sus Pizza Huts. Como esa calma abotargada, ese silencio sordo y desquiciado en el que todo se detiene antes de la grandiosa tormenta. El dolor se esconde con vergüenza, como si fuera un pecado, el nuevo pecado de las sociedades sin dios. Y las calles y las plazas llevan el nombre de personajes que ni siquiera las transitaron o de flores o países, como si no hubiera otra cosa que recordar, como el loco sonsonete que se canturrea para aguantar un enfado, para olvidarse de sí y de todo. “Aquí yace aquel pajarito que esperabas y se rompió”, debería poner el letrero. Pero no. Nunca dice la verdad.
Así que ella ahora corre, como si se le fuera la vida en ello. Porque ese pudor con el que se cubren hoy todas las heridas, ese que cubre su herida, es tan oprimente, tan ofensivo, que es necesario dedicar la vida entera a luchar por él. A darle sentido. Aunque al llegar, esta vez él no haya desaparecido y pegue junto al suyo su corazón jadeante y sonría complacido como uno se ríe del énfasis de un niño. Porque si ella no corriera, si amansara su deseo, si dejara de sentir esa alegría brillante y ese miedo friccionándola, entonces, él dejaría de ver sus mejillas encendidas cuando le abre la puerta de su casa, y dejaría de oír su corazón como un trueno cuando la abraza y la consuela por fin como a un niño desolado. Y entonces todo sería normal y no habría nada que mereciera esa urgencia. Y los muertos no habrían servido para nada. Y, entonces, los vivos tampoco servirían para nada.


martes, 18 de abril de 2017

domingo, 2 de abril de 2017

¿Cuándo volvemos?


Por supuesto no era consciente de que al destino nunca llegamos, mientras que el origen  sí queda, por siempre, atrás. […] Tendría que haberle preguntado cuándo volvemos. Sí, ¿cuándo volvemos? […] Porque se puede echar de menos lo que aún no se ha ido. […] Desde el barco se puede creer que no se avanza, pero desde la proa que rompe el agua, cómo negar que cada segundo pasa y queda atrás. Porque tomar consciencia es, en muchas ocasiones, echar de menos desde ese mismo instante. […] Tomar conciencia: flotar, dejar de nadar, hacerse el muerto, descansar mirando al cielo inconmensurable mientras nos mecen las aguas, tan profundas que ni en un millón de vidas podremos explorar. Escribir. […] Echo de menos lo que nunca fue y lo que no será, y por eso estoy vivo. Echo de menos para agradecer.

                                      Manuel Astur, Seré un anciano hermoso en un gran país.



miércoles, 22 de marzo de 2017

El Futuro, la floración y Cieza.


Floración en Cieza by Fernando Galindo
La floración. Colores rosas que atiborran las redes, alguien que sube a un globo para contemplarla como un hito histórico que cierra el ciclo de plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro. Ediciones y grupos de fotografía, carteles con ramos impostados en los comercios. “Me encanta la vida”, me escribe un amigo de allí. Les encanta la vida a los ciezanos, el disfrute, las habicas tiernas, los tomates con sabor a río, a tierra dulce de acequia árabe, las patatas asadas con ajo, los caracoles chupaeros. El pueblo que más cerveza consume de España, los santos bailando en la Esquina del Convento vestidos por  artistas anónimos que se quedaron para eso y los anderos que comulgan en bandada por los bares tras dejar a sus novias en casa. La Floración. Y los atardeceres que se extienden sobre kilómetros y kilómetros de  mantos corales, fusias, malvas y perlados, que recortan las palmeras de la casa de Las Delicias. Esa que me mira siempre, mientras la brisa de la vega corre entre nosotras y empapa de olor a barro y caña el seco sopor de las tardes de interior.
Cieza-primavera, Cieza-renace. Ata los cabos de sus mástiles con acierto a aquello que en ella nunca pasará, con la tenacidad que patea a diario las faldas de su Atalaya, con la exaltación con la que se come un ciruela madura a media mañana. Hasta el hueso. Y espera a que el viento la empuje.
La vie en rose, el optimismo de siempre. Pero no. Hay una tristeza nueva nacida en la humedad del tiempo de resaca, del hundimiento. Jóvenes rotos que ya no irán a trabajar al campo ni a los andamios, ni a las tiendas de Murcia, ni a las andas de los tronos santos, porque saben demasiado. Llevan acumulando miradas omniscientes ¿más de una década? Son los testigos de nuestros errores y nuestras vergüenzas. Austera y silenciosamente, han ido tejiendo una red de verdades poderosas y oscuras que elevan una octava la belleza del paisaje al que he estado acostumbrada, ¿podéis verlos? Ya no son pintores ni deportistas. Ya no opositan a cátedras. Se han hecho poetas. Comulgan con la música de las aguas de este río siempre nuevo, con los rincones escondidos, con las sombras lapidarias bajo el último rayo crepuscular, con la bruma, los violáceos y verdes botella de los parajes sin tránsito. Y el futuro pende de ellos. La explosión de otra Cieza más verdadera. La que no olvida. La que crece con sus caídas, con el silencio de los inviernos claustrofóbicos sin nada que hacer, sin lugar a donde ir, con el leve aroma a lumbre de las casas bajas en la cruda noche castellana, con el desaliento de los menos visibles, de los que no se reconocen en las costumbres enquistadas, ni en los hábitos fáciles y su huida hacia delante, ni en la depravación de los que pretenden poseerlo todo menos su alma. La floración siempre estalla en invierno.




Floración en Cieza by Ruido Lejano


jueves, 31 de marzo de 2016

Poetas segureños

Sigue el tablero Poetas segureños de Esther en Pinterest.

Un día festivo de primavera


Como cualquier otro día, despiertas y te sientas a trabajar por inercia. Pero, a medida que avanza la mañana, descubres que algo no funciona como siempre. La calle permanece silenciosa. Y entonces una sabe que el mundo está en otro lugar que no es ese. No es lo mismo que trabajar por la noche cuando todos duermen. No es lo mismo, sino todo lo contrario: este silencio inesperado que inunda la calle  los días festivos de primavera no me observa a mi. Soy yo quien lo observa. Y una solo puede rendirse a su influjo y salir a jugar con lo incontrolable.

Acequia. Ramón Gaya


jueves, 13 de agosto de 2015

Perfil del psicópata-perverso: otra versión de la violencia machista. Guía para su identificación.

Esta guía está realizada en base a las investigaciones de Robert Hare, uno de los mayores expertos sobre este síndrome -creador del Psychopathy Checklist, el test utilizado por los profesionales de todo el mundo para el diagnóstico de la psicopatía-.
Apático
Ausencia de empatía real. Cosifica a las mujeres, no las trata como a personas. Su empatía es utilitaria, sólo reconoce las necesidades del otro en la medida que sirvan a su propio beneficio o morbosidad. Lo identificarás por su aversión a mantener conversaciones profundas sobre sus propios sentimientos o debilidades, a menos que sirva para tener el control sobre la situación o deteriorar a la otra persona. Pero por lo general, sus emociones suelen ser superficiales, banales y muestran una total ausencia de remordimientos o culpa, aun cuando los descubren.
Depredador compulsivo
Busca el de placer sin límites y la satisfacción de deseos y necesidades a expensas de los otros. El control, castigo y dominio sobre la mujer le hace sentir placer: es sádico. El perverso psicopático es un depredador de apetito insaciable y tendencia hacia el sadismo. Incapaz de tener en cuenta las necesidades de los demás, y por tanto, sin límites, experimenta el impulso constante de satisfacer sus propios deseos, lo que deviene en una constante decepción, insatisfacción y vuelta a empezar inacabable, en cuanto que la dinámica de su deseo es inagotable. Y es que el psicópata no acepta la falta, o la frustración. Es como un niño consentido, absorto en sus propias necesidades, que demanda que le sacien inmediatamente (Hare:49). Por eso cambian constantemente de planes o de gente, simplemente por impulso, porque se aburren o para evitar el control.
Egocéntrico
Sus relaciones se establecen únicamente sobre sus condiciones e intereses y rechazan el diálogo, las opiniones de los demás y dar explicaciones. Y sin embargo, aunque él no brinda ningún amor verdadero, les encanta ser admirados y se regodean cuando los demás los adulan y es capaz de inspirar amor a veces hasta fanático en los demás (Hare: 36). Dentro de un contexto de seguridad, se muestran arrogantes y fanfarrones, seguros de sí mismos, dogmáticos, dominantes y chulos, lo que algunas personas puede resultar carismático y atrayente.
Controlador y vanidoso
Cuida su imagen meticulosamente y sus estrategias de actuación para gustar y mantenerse indemne ante la opinión pública. Un rasgo que define al perverso psicopático es el hiper-control de sus actuaciones. Por lo que siempre buscará relacionarse con personas sobre las que posee un determinado control, bien porque guarda también algún secreto sobre ellas o porque son emocionalmente débiles por cualquier motivo. El perverso psicopático también suele buscar pareja o amistad con una persona de imagen social impoluta que mantiene con el objetivo de favorecer la suya propia. Su necesidad de valoración, les hace presentar a veces una imagen de sí mismo de anti-héroe deprimido, necesitado de un amor intenso capaz de superar sus barreras, que los salve. Les gusta verse y mostrarse como un lobo solitario, cuyo misterio y contención esconde un ser sensible y profundo, aunque en realidad dentro de él no haya nada más que vacío y codicia
Mentiroso y manipulador
Miente con toda naturalidad y cuando se le descubre o se siente amenazado manipula al otro para hacerlo sentir culpable. Por eso, no se lleven  engaño, este tipo el perverso puede resultar cuando quiere encantador y gusta de dar la impresión de poseer las cualidades humanas más nobles. Hace "amigos" fácilmente y es muy manipulador, con su habilidad de palabras para salirse con la suya de cualquier apuro.
Colérico y violento 
Puede que no maltrate o mate físicamente, que incluso no le guste gritar, porque, de hecho, suele ser muy comedido en su actividad pública, pero su tolerancia a la frustración es igual a cero (Hare: 50). Si su voluntad es quebrantada o se ofenden –lo que ocurre con suma facilidad- actúan con repentina violencia, amenazas y ataque verbal erradicando radical y cruelmente el foco de su frustración, sin miramientos y usando todos los medios a su alcance para ello.
Por último, recordad que la desviación perversa psicopática es un trastorno o desviación de la conducta, no una enfermedad, de perfil mayoritariamente masculino (más de un 80% de los casos son hombres). Clínicamente no es considerado un psicótico o enfermo mental, por lo que este motivo no puede alegarse como atenuante de su condena. Actúa de manera consciente y calculadora y, además, el perverso no tiene cura, el tratamiento es ineficaz ya que se siente magníficamente bien consigo mismo. Lo único que puede limitarlo es el temor a ser descubierto y el escarnio público. La imagen que da de sí mismo no es la real. Usa su posición o autoridad social y las debilidades emocionales para crear una red de víctimas. Y sobre todo: los casos de asesinos que saltan a la opinión pública no tienen por qué responder al perfil del perverso psicopático, y si es así, son excepcionales o solo la punta del iceberg de un trastorno que suele mantener su actividad en la esfera privada y de forma oculta.


lunes, 29 de junio de 2015

Fa sostenido




Único movimiento de Mozart escrito en la tonalidad de fa sostenido menor



martes, 14 de abril de 2015

Las personas felices




Las personas felices
nunca se contentan con poco.
Eso es una mentira perversa.

Las personas felices
corren hacia lo que desean
y el camino se abre ante ellas con facilidad
porque son honestas.

Pero las personas felices,
además,
permanecen siendo honestas
a pesar de lo que va pasando.
Y eso siempre es difícil.

Como la obra
en la que profundiza el artista
a lo largo de su vida.
Así es su deseo.

Cada vez que las miras,
el poso de la felicidad en sus caras
es más sólido y consistente,
hasta alcanzar un dibujo nítido
de la felicidad
que las rejuvenece.

Como la nota limpia
que corre en las aguas del río
que siempre es el mismo
y siempre es crío.



martes, 7 de abril de 2015

No sabíamos qué hacer con ella




Era tanto el deseo de verle
tanto el deseo almacenado
el deseo domado
Todos esos días de mientras tanto
Y los preparativos, los nervios
lo que llevo y lo que me llevo.
Y en el tren, pensar
en lo que diré al verle
Iré corriendo y saltaré a abrazarle
y me lo comeré a besos
lloraré besándole
y lloraba pensándolo.

Pero luego no.
Nunca era así.
El encuentro era torpe
y contenido
Su voz era seria
y podía con la mía
Sus besos eran rápidos
nuestras narices chocaban.
Y todo lo no dicho y lo no hecho y el deseo, el deseo
de golpe,
era un tapón inmenso
en mi garganta.

Justo un momento antes sí.
Mientras él esperaba,
su mirada salía al galope
hacia aquel punto de fuga
en que se pierden las vías
y asaltaba con furia el vagón
y me arrancaba con sus brazos
de esa espera
tan injusta.

Sabía perfectamente
lo que haría al verme
Y yo lo sabía perfectamente.
Hasta que nos encontrábamos.

Éramos jóvenes y tímidos
Y la realidad era un titán indomable.
No sabíamos qué hacer con ella.



sábado, 28 de marzo de 2015

Fantasme




Te enorgulleces de no buscar nada ni a nadie
te gusta decirlo, presentarte así.

Sientes especial cariño por alguna imagen,
tanto,
que podrías toparte con el original y no identificarlo.
Cosa de la beta-amiloide, dicen,
que se carga las sinapsis
 y lo agujerea todo
                  de abismos
"entre la vida que tenemos
y la vida mejor que podríamos haber tenido”.

El original asistiría a la patética escena
en la que le hablas sobre él en tercera persona.
Mirándolo como a la tele
como al informativo
cuando hablan de aquel desastre en Tanzania.

Desde esa cómoda distancia.

El original te miraría como se mira al niño
de la Vida es bella
de la que no quiere despertarte
aferrado a la dosis justa de placer cordial
que permite tu cuerpo infante.

Ya no hay nada salvaje en ti.
Gustas por lo que has podido acumular.
Por lo que el miedo ha ido degenerando en ti
tus inmuebles, tu aparente estabilidad, laboral, sentimental o lo que sea;
tus manías
y tus fantásticas colecciones de lo que sea.

También gusta que digas no importarte nada de eso.
A ellos también les gusta tu imagen
que les muestra todo lo que no tienen.  
La prefieren a ti.
A ese tan vulnerable y falto que eres.
Tampoco ellos viven de verdad.

Pero a ti te vale

Porque no soportarías a nadie

que amase tu original.


martes, 24 de marzo de 2015

Mi hogar

















En seguida estaré allí
y veré correr la lluvia tras el cristal
al calor de un lugar que es mi santuario.

Oh, Patronus,
Oh, Patronus,
mi hogar es una catedral sagrada
donde el silencio crepita
y sus techos altísimos
se estiran hasta tocar lo imperceptible.

El sol tintinea
flotando en el aire
dorado
jugando con cada sombra
sublimada.

Oh, Patronus,
La belleza es mi redentor

el punto de ebullición
en este crisol
sin tiempo
donde el alma refulge.




domingo, 15 de marzo de 2015

Las amas de casa hablan de política


Era la mesa de un bar de una noche de sábado y un grupo de mujeres que rondaban los sesenta tomaban cervezas y mejillones, a la salida de una reunión por el día de la Mujer. Mujeres de mi pueblo que nunca han tenido voz aunque sí voto y se han dado cuenta de ello. No querían estar en casa con sus maridos. No querían estar en casa viendo una serie, un programa o una película. No querían estar en casa organizando la comida familiar de mañana. No querían estar adormilándose en el sofá obligadas por una pastilla y el rumor de la tele encendida. No querían estar en casa repensando el día lo suficiente para acobardarse de cara al siguiente. Querían estar allí, en aquella mesa de bar, junto a sus compañeras, hablando exclusivamente de política durante toda la noche. Y sus ojos no dejaron de brillar en ningún momento y su voz no dejó de sonar decidida y clara durante más de tres horas. Y no querían irse de allí.
Esas mujeres nunca se han dedicado antes a la política. Son tímidas. Pero cuando hablan, lo cuadran todo. Nos cuadran a todos. Tienen una fuerza impermeable a lo superfluo, a todo lo que les aburre, porque son muchos años ya. Tienen la mirada brillante y sabia y una placidez en la cara que me recuerda a alguna mujer mayor muy querida para mi que siempre tenía las mejillas encendidas y que ya no está. Me imagino ahora que esa mujer podría estar en esa escena también, comiendo bravas y mejillones. Tímida y silenciosa, de repente, llena de coraje, diría sonriendo, casi sin mirar, casi ruborizada:  “¡claro que sí!”. Y ese “claro que sí” sería la fuerza, sería el impulso que sujetara las palabras que denuncian lo que ya no quieren, las palabras que hablan de hacerse presentes, de actuar, de empoderarse. Sería el impulso que nos sujetara a todas.

Por estas y aquellas mujeres fuertes…